Texto de Ignacio Ramonet, “Las Guerras del Siglo XXI”, pág. 148.
Este texto se ubica en el contexto de la Post guerra fría, luego de 1991.
La guerra fría terminó por el derrumbe de uno de sus contendientes. El
proceso de reformas iniciado por Gorbachov en 1985 precipitó una dinámica que
terminó llevándose por delante la propia existencia del estado fundado por
Lenin.
En medio de una profunda crisis económica, con una población gracias a la
glasnost cada vez más consciente de la crueldad y la corrupción que había
caracterizado la dictadura soviética, el nacionalismo vino a actuar como factor
incontenible de disgregación del estado soviético, heredero del Imperio
zarista.
El movimiento centrífugo se inició en las repúblicas bálticas, que durante
el otoño de 1989 dejaron claro su intención de romper los lazos con un estado
al que se habían unido como víctimas del Pacto que firmaron Molotov y Von
Ribbentrop en 1939.
Cuando en febrero de 1990, Gorbachov
dio un paso adelante en su perestroika renunciando al monopolio político
del PCUS y convocando elecciones parcialmente pluralistas, se encontró con que
en Lituania, Letonia, Estonia y Moldavia ganaban las fuerzas políticas
independentistas. Lituania declaró inmediatamente su independencia, sentando un
precedente para las demás repúblicas que constituían la URSS.
La desintegración de la URSS no vino, sin embargo, motivada por las
reivindicaciones de los pequeños pueblos bálticos. El movimiento que definitivamente
derrumbó la URSS vino de Rusia, la nación que había construido el imperio
zarista, antecesor del estado soviético. En mayo de 1990, Borís Yeltsin, quien
había sido expulsado del PCUS en 1987, fue elegido presidente del Parlamento
ruso. Desde esa posición de poder, Yeltsin impulsó medidas que precipitaron el
fin de la Unión Soviética.
En ese momento, se ubica EE.UU como una hiperpotencia, siendo la mayor
fuente de su poderío el desarrollo militar que logró luego de la carrera
armamentista.
Es por esto que se plantea en el texto que “EEUU domina el mundo de manera
aplastante”, porque debido a ese poderío que logró luego de la carrera
armamentista, y sumado a eso la desintegración de la URSS, este país se había
convertido en una hiperpotencia, sin ningún tipo de freno. Ni siquiera la ONU
podría controlarlo, ya que tenía el armamento necesario para imponer su parecer
frente a los demás países.
En conclusión, si
bien en muchos momentos la URSS superó a EEUU en su capacidad armamentística o
en su tecnología espacial, como la historia ha demostrado, el pulso que lanzó
Estados Unidos con una nueva estrategia de desarrollo de armamento más preciso
y de defensas mejoradas desmontó por completo a la URSS, que finalmente se
disolvió en 1991 dando por terminada la Guerra Fría.
El final de esta
etapa dio paso a un periodo de dominio absoluto de Estados Unidos, llegando a
ser una hiperpotencia.
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